Bucarey no solo puso nombre al hambre oficial, sino que además tiró un dardo contra el gobierno local: “La provincia es rica en oro, plata, ganadería y recursos marítimos. Sin embargo, no tenemos una buena conducción ni administración”, disparó. Incluso se animó a compararla con la Venezuela más dura: “Santa Cruz está como Venezuela, esta es la Venezuela de Santa Cruz”.

El contraste no podría ser más brutal: mientras Vidal se jacta de su reestructuración económica con inauguraciones y propaganda, un sector de la población sobrevive en basurales, atrapado por la falta de políticas sociales reales.

Este no es un drama inmigrante ni un problema externo: es el resultado de una gestión ausente que niega la emergencia mientras vive de slogans y selfies. Y eso, en cualquier provincia, debería ser indignante.

¿La respuesta oficial? Silencio. Las cámaras siguen enfocadas en ribbon-cuttings y discursos triunfalistas. Pero esta vez, la realidad volvió a explotar en la cara del gobernador. Y no importa cuántos spots emita: la gente se sigue muriendo de hambre en el paraíso del oro blanco.